Violencias invisibles en el contexto escolar
- comunicaciones Planeta Paz
- 26 nov 2019
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Prácticas Pedagógicas para la construcción de la paz.

Cuando se habla de violencia en el contexto escolar generalmente se remite a situaciones conflictivas que conllevan en algunos casos a enfrentamientos físicos o verbales, es decir, se hace referencia a aquellas situaciones que provocan cierta fractura para la sana convivencia, algunas de ellas: el bullying y el ciberbullying como formas de acoso entre iguales, la violencia de género, la exclusión, discriminación, vandalismo, robos, incitar al consumo de sustancias psicoactivas. Estas formas de violencia son las que más se visibilizan, y, por tanto, las más tratadas en la bibliografía y en las actividades de formación sobre sana convivencia que deben realizar los planteles educativos con el fin de erradicar o superar tales situaciones.
Pero existen otras formas de violencia invisibles y silenciosas, que debido a las exigencias que el mundo capitalista de hoy plantea, de alguna manera, se reflejan en nuevas formas de hacer y de ser en la escuela.
En éstos tiempos de posmodernismo, la escuela tiene que responder a lo que obliga al éxito académico, el cual, lamentablemente se mide en cifras, en estadísticas basadas en resultados arrojados por unas pruebas estandarizadas que miden el conocimiento, “valorando” en forma masiva el aprendizaje. Lo que produce una pobre interpretación de la realidad educativa que puede acabar provocando consecuencias importantes en las actitudes y comportamientos de los diferentes agentes del Sistema Educativo, donde la consecución del resultado acaba siendo la meta, el proceso educativo se vuelve entonces competencia, las instituciones con el afán de ubicarse en una buena posición dentro de las estadísticas, enfocan gran parte de su labor en que los resultados de las pruebas ICFES, pruebas SABER, PISA, no queden entre los más bajos. La competitividad en los aspectos que se exigen para conseguir la excelencia, el mérito y la buena posición en la escala evaluativa, es casi lo que en últimas más importa a la institución escolar de éstos tiempos: los resultados (las evaluaciones-exámenes).
Los estudiantes se encuentran así inmersos en un ambiente contradictorio; se les propone que aprendan a convivir y a cooperar con los demás, pero, a la vez, se les impulsa a competir contra todos para poder sacar buenos resultados académicos lo que conlleva a la excelencia, vendiéndoles la idea de que el éxito es sinónimo de tener acceso al mercado laboral con garantías de excelente posición económica, y, por ende, social. El precio por lograr buenos resultados, puede llevar a sufrir problemas de ansiedad, estrés y depresión frente una tarea que, con frecuencia, se muestra titánica ante sus ojos; sobre todo para aquellos estudiantes que desarrollan otro tipo de inteligencia diferente a la cognitiva, que lastimosamente en el ámbito educativo es la que más parece importar.
Así, la escuela ejerce una violencia sutil que va modelando a un sujeto individualista, para quien lo importante es el rendimiento con tal de alcanzar el éxito, centrando su vida en la obtención de resultados excelentes; Los chicos se sienten sometidos a presión constante para que hagan de todo por situarse en los primeros puestos en un mundo hiperexigente. La mayor violencia la constituye entonces todos estos muros invisibles que esta sociedad impone a la escuela, de los que con demasiada frecuencia es inconsciente y le hace el juego.
Todo esto trae como consecuencia el sufrimiento, sobre todo, de aquellos estudiantes y sus familias que son estigmatizados como “los del fracaso escolar”, a los cuales se les “recomienda” buscar otro lugar, pues… “ésta institución educativa no es para usted” haciéndoles sentir perdedores en la carrera por el éxito.
Esto constituye un gran factor de riesgo de anclarse como fracasado en una sociedad que solo propone modelos de éxito económico, lo que conlleva a una sensación de miedo al propio fracaso, a no estar a la altura de las expectativas sobre uno mismo, la desconfianza y la sospecha que impiden avanzar en la construcción de lo colectivo, lo común desde la diversidad y la singularidad. Miedos que hacen que el sistema social dominante se mantenga.
Esta violencia invisible representa un gran desafío para la escuela hoy, entre las prioridades está el tomar conciencia de ese juego al que el contexto escolar ha sido sometido por un sistema que deshumaniza y excluye, y a partir de allí, emprender acciones que hagan frente apostando por un ambiente de fraternidad y convivencia donde el ser está por encima del tener. Es necesario seguir construyendo una nueva cultura escolar desde la convivencia positiva y pacífica, el respeto profundo a los demás como parte de mí mismo, la acogida, la atención y el cuidado mutuo, promueven nuevas formas de ser, de vivir y convivir.
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